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El lenguaje inclusivo en español

Las Naciones Unidas entiende como lenguaje inclusivo a la “manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género”.  El español tiene géneros gramaticales, por lo tanto, para pluralizar debe optar por uno y lo hace con el masculino para integrar ambos géneros.

Orígenes del lenguaje inclusivo

El hecho de que la pluralización en español sea con el género gramatical masculino ha generado mucho debate. Así, desde la década de los setenta, movimientos feministas comenzaron a plantear la reforma lingüística, esto no sólo para la lengua castellana, sino para el lenguaje humano en general. Esta reforma planteaba la necesidad de generar un cambio hacia un lenguaje no sexista, de género neutro o de lenguaje inclusivo, el cual planteaba diferentes estrategias lingüísticas que evitaran prejuicios o estereotipos sexistas al momento de utilizar el lenguaje para hacer referencia a personas de un determinado sexo, género u orientación sexual. Así, el lenguaje inclusivo en español incluye la evitación del uso del masculino genérico y la aceptación de la versión femenina de sustantivos tradicionalmente masculinos (por ejemplo, presidenta, jefa, gerenta, médica, etc.).

Preferir términos como ser humano en lugar de hombre para referirse a la especie humana; las personas en lugar de los hombres; los infantes en lugar de los niños para hacer referencia a estos grandes grupos corresponden a estrategias para hacer el lenguaje más integrador y menos sexista. Ahora, ¿qué sucede cuando se plantea el lenguaje neutro o no binario? (aquel con la terminación de palabras en la vocal e o los símbolos x o @ para expresar indeterminación de género y el uso de los pronombres elle o elles).

El lenguaje no binario busca abarcar a todas aquellas personas que no se identifican con la dicotomía de género tradicionalmente establecida por la sociedad, es decir masculino y femenino. El lenguaje no binario se asocia, entonces, al colectivo LGBTQIA+ (este término está formado por las siglas de las palabras lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, queer, intersexual y asexual. Al final se suele añadir el símbolo + para incluir todos los colectivos que no están representados en las letras anteriores). La investigadora española Isabel López, de la organización 4Motion Systemic & People, señala que estudios internacionales cifran el número de personas no binarias entre un 7% y un 14% de la población mundial.

Es más, si se piensa en la existencia en un tercer género, el reconocimiento de éste dentro de distintas culturas a nivel mundial nos daremos cuenta de que no estamos frente a una situación nueva. El reportaje gráfico Tercer género alrededor del mundo, de los autores Leandro Galdames, Gabriel Oyarzo, Michael Pando y Paula Solar, registra 10 culturas, geográficamente muy dispersas donde la comprensión del género va más allá de la separación hombre- mujer.

En Hispanoamérica existen dos casos: en México se encuentran las personas Muxe, quienes al nacer se les asigna el sexo masculino, pero que adoptan roles de género femeninos o mixtos. En Chile está el Epu Pillan o Epu Püllü, éstas son expresiones en mapudungun, el idioma del pueblo mapuche, que se traduce aproximadamente como «dos espíritus» o «dos almas». Se utilizan para referirse a personas dentro de la cultura mapuche que tienen una identidad de género que no se ajusta completamente a las categorías binarias de hombre y mujer.

Lenguaje inclusivo versus lenguaje neutro 

Si bien el feminismo dio un gran paso en su lucha contra el lenguaje androcéntrico, en palabras del sociolingüista Ben Papadopoulos en su texto Una breve historia del español no binario (2022), “estos cambios en el lenguaje estaban limitados por la dicotomía de género tradicional basada en la diferencia sexual”. Por ello, el morfema e -propuesto originalmente en 1976, por el ingeniero español Álvaro García Meseguer- “fue la solución al problema del sexismo lingüístico”.

Desde entonces hasta nuestros días el lenguaje neutro o no binario ha adquirido cada vez más notoriedad. El uso del morfema e implica cambios sustanciales del idioma, pero lo son aún más medulares las propuestas del uso de morfemas como la x ola @. Los que presentan una gran dificultan al momento de leerse o su uso de forma hablada. Esto es todavía más complejo para personas que sufren de discapacidad visual, auditiva o de la tercera edad, a quienes se les dificulta muchísimo más la comprensión del idioma con estas nuevas variantes. ¿Cómo lee el asistente tecnológico el morfema @, por ejemplo?

Las sociedades están cada vez más conscientes de la diversidad de géneros y el lenguaje está evolucionando en esta línea. El problema parece recaer en cómo al apelar al derecho a la legítima valoración de un colectivo se desplaza o pasa a llevar a otro grupo humano.

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