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Historia del idioma español

Español medieval y español actual: la evolución de una lengua

El español ha evolucionado profundamente desde su forma medieval hasta el idioma moderno que conocemos hoy. Este proceso ha estado marcado por una serie de cambios en fonética, gramática, léxico y ortografía, pasando por un castellano medieval más cercano al latín hasta llegar al español clásico del Siglo de Oro y, finalmente, al español contemporáneo.

Evolución fonética y ortográfica

Durante el período medieval, el español aún mantenía algunas influencias fonéticas del latín vulgar, incluyendo sonidos y letras que hoy ya no existen. Por ejemplo, se usaban letras como la “ç” y combinaciones de letras como “ss” para sonidos que actualmente representamos con la letra “s” o “z”. Asimismo, la “f” latina en palabras como “ferrum” (hierro) se transformó en una “h” muda (como en “hierro”). Estos cambios reflejan el desarrollo fonético que permitió al español simplificar su pronunciación y eliminar ciertos sonidos que podían resultar confusos o redundantes.

En cuanto a la ortografía, el proceso de estandarización comenzó a darse a partir del Renacimiento. La creación de la Gramática de la lengua castellana por Antonio de Nebrija en 1492 marcó un hito, estableciendo reglas gramaticales y ortográficas que guiaron el uso del idioma y ayudaron a unificar sus formas de escritura. Desde entonces, la Real Academia Española (RAE) ha seguido modificando las reglas ortográficas para reflejar las evoluciones en el uso común del idioma.

Cambios en el léxico y la semántica

El vocabulario del español medieval contenía una mezcla de palabras de origen latín junto con términos prestados de lenguas árabes, germánicas y celtas, debido a las distintas influencias en la Península Ibérica. Sin embargo, a medida que la lengua evolucionó, surgieron nuevas palabras y se modificaron significados. Durante el Renacimiento, el contacto con otras culturas europeas introdujo términos del italiano y del francés, especialmente en el ámbito del arte y la ciencia.

Con el paso del tiempo, algunas palabras del español antiguo han caído en desuso o han cambiado de significado. Por ejemplo, en español antiguo, palabras como “facer” (hacer) y “fablar” (hablar) formaban parte del léxico cotidiano, pero fueron sustituidas por sus formas modernas. Además, palabras medievales que tenían un significado específico se transformaron o ampliaron su sentido. Este cambio semántico es común en la evolución de las lenguas y permite que el idioma refleje cambios culturales y sociales.

Gramática y sintaxis

La gramática del español también ha cambiado sustancialmente. En el español antiguo, se usaban construcciones y formas verbales diferentes. Por ejemplo, los pronombres personales “vos” y “vuestra merced” eran formas respetuosas y formales de dirigirse a otros. Con el tiempo, el uso del “vosotros” y “ustedes” se estableció, diferenciando el español peninsular del latinoamericano, donde aún persiste el “voseo” en algunas regiones (puedes ver más sobre esto en el artículo sobre el castellano de Argentina y Uruguay).

Otra diferencia importante es la sintaxis. En la Edad Media, las oraciones tendían a ser más complejas, con construcciones sintácticas influenciadas por el latín. Con el tiempo, el español modernizó sus estructuras, favoreciendo oraciones más simples y directas, lo cual facilitó su aprendizaje y difusión.

Español clásico: el Siglo de Oro

El español clásico del Siglo de Oro (siglos XVI y XVII) se considera una época dorada para la literatura en español, con autores como Miguel de Cervantes y Lope de Vega que ayudaron a consolidar y enriquecer el idioma. Durante este tiempo, el castellano ganó estabilidad en su gramática y sintaxis, mientras que la literatura contribuyó a la creación de expresiones y giros idiomáticos que persisten hasta hoy.

Similitudes y legado del español antiguo en el actual

Aunque el español moderno ha simplificado muchas de las características del idioma medieval, aún conserva ciertas estructuras y vocablos. La literatura y la poesía medievales dejaron una huella en el español actual, y todavía se pueden encontrar trazas de las palabras antiguas en ciertas expresiones y refranes. Además, algunas características fonéticas de la época medieval persisten en ciertos dialectos regionales de España y América Latina. Por ejemplo, expresiones que se mantienen hasta hoy como “a buen recaudo” y “en un santiamén” o palabras como “fierro”, en lugar de “hierro” que aún se utiliza en zonas de América Latina, conservan intacta la influencia del castellano medieval.

El español ha recorrido un extenso camino desde su forma medieval, adaptándose a los cambios culturales y sociales. Este proceso de cambio constante ha hecho de éste un idioma rico y flexible, capaz de incorporar nuevas palabras y estructuras mientras mantiene una base histórica profunda. La evolución del español refleja no sólo el desarrollo de una lengua, sino también la historia de una cultura que sigue viva en cada palabra y expresión de la lengua actual.

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El español como lengua Escribir en español Mejorar el lenguaje

El español y su distinción entre ser y estar

El español, como ya lo hemos mencionado en artículos anteriores, es uno de los idiomas más extensos y diversos del mundo, además, destaca por una particularidad que lo distingue de muchas otras lenguas: la diferencia entre los verbos “ser” y “estar” para expresar el concepto de “ser” en distintos sentidos. Esta distinción, que puede parecer compleja a los hablantes no nativos, refleja una profundidad filosófica e histórica que ha influido no sólo en la gramática del idioma, sino en la manera en que los hablantes perciben la realidad.

La distinción entre “ser” y “estar”: origen y filosofía

La separación entre los conceptos de “ser” y “estar” tiene raíces en el latín vulgar, la forma coloquial del latín que hablaban los ciudadanos comunes en el Imperio Romano. Aunque en el latín popular, aún no existía una diferenciación entre el verbo que aludía a la esencia o naturaleza de las cosas y el verbo que refería a estados o condiciones temporales, Sí existían esse (existir) y stare (estar de pie). Al evolucionar el latín hacia las lenguas romances, el español retuvo estos dos verbos y amplío su significado, mientras que otros idiomas como el italiano o el francés simplificaron sus sistemas verbales y fusionaron estos conceptos en un solo verbo.

Desde el punto de vista filosófico, la distinción entre “ser” y “estar” implica una visión dual de la realidad: una diferencia entre la esencia inmutable de algo y su estado o condición transitoria. Cuando usamos “ser”, estamos hablando de una cualidad intrínseca o definitoria, como en “es una persona amable”. Al utilizar “estar”, señalamos una condición momentánea, como en “está cansado”. Este uso refleja una percepción compleja en la que el español distingue entre lo permanente y lo temporal, lo esencial y lo accidental.

Ejemplos en otras lenguas

El español no es el único idioma que distingue entre dos conceptos de “ser”. En gallego y catalán, otras lenguas romances de la península ibérica también existen dos verbos para diferenciar entre una cualidad esencial y una condición temporal. En gallego, por ejemplo, se usan “ser” y “estar” de manera muy similar al español.

Fuera de las lenguas romances, el griego moderno también tiene una diferenciación interesante entre el verbo “είμαι” (eímai) para describir estados más permanentes y verbos adicionales para describir estados transitorios, aunque no existe una correspondencia exacta. En otros idiomas indoeuropeos como el hindi, existen verbos que se especializan en expresar condiciones temporales versus estados permanentes, aunque no funcionan de la misma forma que en español. Esta tendencia indica que la necesidad de separar conceptos de ser y estar refleja, en parte, cómo distintas culturas interpretan la realidad.

Consecuencias en la enseñanza del español

Para los estudiantes de español como lengua extranjera, la diferencia entre “ser” y “estar” es uno de los aspectos más difíciles de dominar. Los hablantes de idiomas que no tienen esta distinción- el inglés, por ejemplo- pueden encontrar confuso cuándo utilizar uno u otro. En inglés, el verbo “to be” abarca ambos significados, y la distinción sólo se infiere del contexto o de modificadores adicionales. La dificultad de aprender a diferenciar “ser” de “estar” en español reside en entender cómo una lengua puede estructurar y categorizar la realidad de manera más precisa en términos de permanencia y temporalidad.

El uso diferenciado de “ser” y “estar” no sólo enriquece el vocabulario del español, sino que también proporciona una herramienta poderosa para expresar ideas y matices que en otros idiomas requieren explicaciones más largas. La lengua refleja, así, una sensibilidad particular hacia las características de las personas, los objetos y las situaciones, mostrando un matiz que tiene raíces tanto lingüísticas como culturales. Por ejemplo, en español podemos decir “él se dejó ser” y “él se dejó estar” y ambas expresiones refieren a cosas totalmente distintas; mientras la primera alude a que él decidió vivir la vida que realmente quería vivir, la segunda expresión indica que él se abandonó, probablemente refiriéndose a su condición física, haciendo que los años afectaran negativamente su estado físico.

La dualidad entre “ser” y “estar” en el español no es una cuestión meramente gramatical; es un reflejo de la manera en que los hispanohablantes perciben la realidad y distinguen entre lo esencial y lo transitorio. Esta diferenciación, compartida en cierta medida con otras lenguas, revela una profundidad cultural que forma parte de la identidad del idioma. Al aprender a utilizar “ser” y “estar”, se aprende una regla gramatical, y al mismo tiempo, se comprende mejor la riqueza de un idioma que busca capturar la esencia y el cambio de manera precisa. ¿No te parece hermoso?

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Mejorar el lenguaje

¿Juguemos al Scrabble? letras y palabras más comunes del español

¿Has jugado alguna vez al Scrabble? El Scrabble es un juego de palabras cruzadas en el que los jugadores forman palabras utilizando fichas con letras y un tablero dividido en casillas. En español, algunas letras y palabras son más comunes y pueden ser estratégicas para maximizar la puntuación. Así que vamos a explorar cómo aprovechar estas letras y palabras frecuentes para jugar de manera efectiva al Scrabble en español.

Letras más comunes

En el idioma español, las letras más comunes son las vocales «a», «e», «i», «u», y «u», junto con consonantes «s», «r», «n», «l», y «d». Estas letras aparecen con frecuencia en el juego y tienen un valor de un punto, lo que puede parecer bajo, pero su abundancia facilita la creación de palabras. Dentro de las vocales la letra más común del español es sin duda la letra “e” seguida de la letra “a”, la tercera letra más común también es una vocal y es la letra “o”. En el extremo opuesto, las letras que aparecen con menos frecuencia en el vocabulario español con las letras “x”, “k” y “w”. De hecho, la letra “w” fue la última letra en sumarse al alfabeto español, incorporándose recién en 1969, como un préstamo de la lengua inglesa y alemana. Y aunque parezca extraño, la letra más representativa del castellano, la letra “ñ” es también una de las letras menos usadas.

Veamos ahora cuáles son las palabras más comunes y, por lo tanto, la que podemos formar más fácilmente al jugar Scrabble.

Palabras más comunes

Las palabras de dos y tres letras son muy valiosas en el Scrabble porque permiten aprovechar los espacios limitados y conectarse con otras palabras ya en el tablero. Algunas de las palabras más comunes de dos letras en español son «un», «la», «el», «en», «es», «al», «lo», «de», «me» y «se». Estas palabras son especialmente útiles para sumar puntos rápidamente y abrir o bloquear estratégicamente el tablero. Si no tienes muchas opciones o ya estás al final del juego, siempre es buena idea echar manos a estos monosílabos, así que guarda el dato como estrategia de juego 😉.

Además, las palabras de tres letras como «una», «los», «con», «del», «las», «par», «por», «más» y «dos» son esenciales para dominar el juego, ya que permiten sumar puntos adicionales al cruzarse con otras palabras o al ubicarse en casillas de doble o triple palabra. “Vida”, “país” y “años” también son palabras muy comunes dentro del español que te permitirán sumar varios puntos (sobre todo la palabra “años”) si consigues armarlas.

Estrategias basadas en letras y palabras comunes

Una estrategia eficaz es intentar formar palabras con las letras más comunes y mantener algunas vocales y consonantes útiles en tu reserva. Las vocales, en particular, son cruciales para conectar palabras, mientras que las consonantes como «s» y «r» pueden usarse para crear plurales o formas verbales que amplían las palabras ya jugadas.

Por ejemplo, si tienes la palabra «casa» en el tablero, añadir una «s» para formar «casas» te permite sumar puntos por la nueva palabra creada. Además, si esta extensión cruza otra palabra o se coloca en una casilla de puntuación doble o triple, el puntaje puede aumentar significativamente 😃.

En resumen, conocer y aprovechar las letras y palabras más comunes del español te da una gran ventaja en el Scrabble. Con una buena estrategia, utilizando palabras cortas y letras frecuentes, es posible controlar el tablero y acumular puntos con eficacia, asegurando el éxito en este desafiante y divertido juego de palabras. Así que anímate a practicar español a través del juego y cuéntanos qué tal te va.  ¡Mucha suerte!

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La lengua en la actualidad

¡Uf, uf qué calor! 14 refranes de verano en español

Ya es pleno verano en el hemisferio norte y junto con el calor, los días más largos, las vacaciones y las tardes de playa, se nos vienen a la mente los refranes. Ese amplio repertorio de dichos de origen popular y autor desconocido que expresa una enseñanza, moraleja o invita a reflexionar. Las hay de amplias temáticas y hoy repasaremos muchos de los refranes castellanos vinculados al verano. Veamos entonces qué dice el refranero castellano acerca de la estación más calurosa del año:

  1. El verano que más dura, buen invierno asegura. Se dice que cuando el verano se alarga anuncia un invierno abundante.
  2. En julio, beber y sudar, y el fresco en balde buscar.
  3. Julio caliente, quema al más valiente.
  4. Por mucho que quiera ser, en julio poco ha de llover.
  5. Si quieres vivir sano, madruga en verano.
  6. Verano que dura, otoño asegura.
  7. A invierno lluvioso, verano caluroso. si el invierno ha sido muy frío y con muchas lluvias significa que se han cumplido las previsiones meteorológicas de esta estación y que, de la misma forma, el verano llegará con el calor propio de la estación.
  8. En julio y agosto se quema el rostro.
  9. Ramos mojados, verano mejorado. Si llueve el domingo de Ramos, en verano hará buen tiempo.
  10. Una golondrina no hace verano.  Refrán que advierte que de la confirmación de un solo hecho no se puede deducir una norma o regla general.
  11. Veraneando, se va el tiempo volando: el verano es posiblemente la estación del año que pasa más rápido, una de las razones principales es que es la estación del año donde se suelen tomar las vacaciones.
  12. Abril tronado, viene buen verano: cuando se dan muchas tormentas durante el mes de abril, esto significa que está por llegar un verano tranquilo.
  13. Llegadas las golondrinas, el verano encima: las golondrinas van en la búsqueda de calor. Por ello, cuando vuelven de la migración, significa que se acerca el calor y, por lo tanto, el verano.
  14. Frío en invierno, calor en verano, esto es lo sano.

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Historia del idioma español

Orígenes del seseo

Una de las características compartidas por las variantes del castellano que se habla en América y que lo diferencia del español hablado en la península ibérica es la ausencia del sonido de la zeta /z/.  Aunque las variantes del español habladas en el continente americano son muy distintas entre sí, tienen una característica en común, y es que en ninguna de éstas se hace una distinción entre la pronunciación de las letras s, c y z, si no que todas se pronuncian como /s/.

Dentro de las múltiples características de las variantes del español están quienes distinguen los sonidos de la s, c y z; quienes cecean y quienes sesean. Es decir, quienes pronuncian estas tres letras como una /z/ y quienes pronuncian todas como una /s/.

En un escenario donde el 67% de la población mundial habla español (ver dialectos del español alrededor del mundo) es significativo remarcar que -aunque el seseo es extraño en España- es hoy la variante mayoritaria del español, ya que más del noventa por ciento de quienes lo hablan sesean. Veamos, entonces, dónde se remontan sus orígenes.

Colón y la conquista de América

Hay quienes dicen que el sonido de la zeta se extinguió en América, pero la verdad es que nunca embarcó hacia el continente, pues cuando Cristóbal Colón viajó rumbo América en 1492 lo hizo acompañado de una tripulación mayoritaria de Andalucía, en especial de Sevilla, quienes pronunciaban (y pronuncian) como /s/ todas las palabras que contienen la s, c y z.

Las Islas Canarias fueron colonizados casi a la par que el continente americano y el recorrido de Cristóbal Colón el año 1492 fue el siguiente: parte desde el Puerto de Palos en Huelva, rumbo a Gran Canaria. A partir de entonces se establece la ruta comercial que unirá Sevilla, Canarias y América.

Para la época de la conquista de américa, en el sur de España la pronunciación de la zeta se relacionaba con los musulmanes convertidos al cristianismo del Reino de Granada (moriscos) y era símbolo de clase baja, eso hizo que en Sevilla optara por el seseo. En contraste, Granada, el último reducto musulmán de la época desaparece el sonido /s/ y adquiere la tendencia de cecear en exceso.

Entonces, el seseo de Canarias y de América proviene de Sevilla, pues como mencionamos la tripulación que viajaba con Colón era mayoritariamente de Andalucía (con más del 37% de los tripulantes sevillanos).

La lengua hablada era la de Sevilla, pero la escrita era marcada por la corte y en Castilla sí se hacía distinción entre la pronunciación de la /s/ y /z/, por lo tanto, no existió una simplificación del idioma en cuanto a su escritura. América varió en su pronunciación, pero las reglas ortográficas siguieron siendo las mismas que establecía la corona castellana.

Y es así como llegamos a la situación actual, donde en Canarias, la región de Andalucía, y en todo el continente americano donde se habla español, se sesea, mientras que, en el resto de España, se distingue los sonidos /s/ de la /z/ y en zonas del sur de España como Málaga, Granada y Cádiz predomina el ceceo.

En el siglo XIX hubo intentos por introducir en América el sonido diferenciador de la /z/, pero cuando se trata de un hábito fonético que se ha traspasado por generaciones en más de cuatro siglos es muy difícil de modificar.

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Cultura de la lengua española

Qué pena con usted. Colombia, ¿por qué nos produces tanta confusión?

Tres de la tarde en Bogotá y tengo un antojo de probar los clásicos tamales con chocolate caliente. “Ay no, qué pena con usted, pero ya no me quedan tamales”, me dice la vendedora. Ese qué pena con usted resuena en mi mente con mucha gracia, pues no entiendo que algo tan sin importancia le cause pena. ¿No es un tanto exagerado sentir tanta aflicción por tan poco? Quedo un poco confundida, pero entiendo la idea central del mensaje y no le doy mayor importancia.

Mi paseo por Bogotá continúa y mi interacción también. Lo que significa que iré escuchando la frase en repetidas ocasiones; “qué pena, la comida se está demorando un poco más de lo previsto”, “disculpe, qué pena con usted, ¿pero me explica cómo puedo llegar a Teusaquillo»? Y así muchas veces, hasta que queda grabada en mi cabeza, aún sin entender por qué utilizan pena en esa expresión.

La RAE, Real Academia de la Lengua Española, destaca dentro de los significados de pena la acepción de vergüenza para países de América Central, Colombia, México y Venezuela.

Ya conocía la expresión -pero a la distancia- y esa fue la primera de muchas veces que me la dijeron directamente. A veces en su versión más corta, con un simple “qué pena” y luego en su versión extendida, con todo el sentimiento que contiene ese “qué pena con usted”. Es cierto que es una expresión que despierta mucha ternura, pero también llama la atención por la excesiva cortesía.

A medida que uno se familiariza con la expresión se da cuenta de que es muy versátil, con múltiples usos; se utiliza para disculparse, pedir un favor, atraer la atención o negar algo.  Es una manera amable y cortés de dirigirse a alguien. A algunos extranjeros les encanta, a otros, en cambio, la cortesía en el lenguaje hablado de los colombianos implica un grado de condescendencia que a ratos llega a producir mucha incomodidad.

¿De dónde proviene esta forma de hablar?

La respuesta parece estar en dos referencias; por un lado, está la gran influencia de la iglesia católica, que llama a respetar a los mayores, a las figuras de autoridad, y en términos generales a tener buenos modales. Y, por otra parte, está el influjo de la época colonial, caracterizado por un servilismo y respeto hacia las jerarquías -muy marcadas en esa época- Estas dos influencias conforman elementos importantes de la idiosincrasia colombiana, lo que ayuda a explicar que en su lenguaje cotidiano utilicen expresiones como qué pena con usted o el habitual a la orden y el para servirle. A la orden y para servirle parecen demasiado serviciales.

Si eres extranjero entiendo que te pueda chocar las primeras veces que escuchas para servirle porque si uno no está familiarizado con la expresión pone énfasis en su sentido literal, mientras que un colombiano probablemente por la cotidianeidad de su uso ya no se rige por la literalidad, si no por el sentido que le ha dado el uso, que vendría a ser un equivalente al de nada. De esta manera, la expresión ha perdido la fuerza literal de su significado y ha adquirido simplemente el sentido de cortesía.

 En el habla colombiana, la cortesía y la amabilidad parecen ser valores fundamentales. Llama la atención la cadencia con la que hablan y lo respetuosos que son con su interlocutor por medio del lenguaje. Por ello, en otros países de habla castellana, los ciudadanos colombianos son altamente apreciados en puestos de atención al cliente.

Hay quienes dicen que toda la cortesía y amabilidad del habla colombiana es la manera que tienen los colombianos de contrarrestar y hacer frente a la violencia que viven día a día viven en Colombia. Una forma de limpiar la violencia con cortesía. Esto, claro, meras teorías, nada muy estudiado.

Sea como fuere, espero que hayas podido conocer un poco más de esta variante de la lengua castellana. Qué pena con usted, pero este artículo ya ha llegado a su fin. Quedo a sus órdenes para lo que necesite. Nos vemos en la próxima entrada del blog.

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Cultura de la lengua española Historia del idioma español

El castellano de Argentina y Uruguay

¿Si escuchas hablar a un argentino y a un uruguayo sabrás diferenciar a cada uno? La verdad es que es muy difícil. Hay quienes dicen que la única manera de distinguirlos es viendo lo que tienen en la mano: el argentino siempre tendrá sus manos ocupadas con el mate y el termo, mientras que el uruguayo tendrá el mate en una mano y en un bolso portará el termo. No es una mala pista, de hecho, es bastante certera, pero aquí te damos algunos consejos lingüísticos para que puedas conocerlos un poco más y para que sepas de dónde proviene su singular forma de hablar.

¿Y vos cómo estás? El ‘voseo’ como pronombre singular

El castellano comenzó a expandirse por el continente americano hace más de 500 años, pero hoy en día sólo en Argentina y Uruguay se utiliza de manera generalizada el pronombre ‘vos’ para dirigirse a la segunda persona del singular.

A la llegada de los conquistadores españoles a América, en el castellano se utilizaba el ‘tú’, el ‘vos’ y el ‘vuestra merced’. Estas tres expresiones hacían referencia a la segunda persona del singular. El contexto comunicativo determinaba el uso de uno sobre los otros; tanto el ‘tú’ como el ‘vuestra merced’ se utilizaban en contexto de cercanía y confianza, mientras que el ‘vos’ era exclusivo para dirigirse a una persona de mayor autoridad.

En esa época, debido a las relaciones jerárquicas era mucho más habitual el uso del pronombre ‘vos’. Sin embargo, esto fue variando con el tiempo. Es así como en el siglo XVI el ‘vos’ comienza a ser una expresión en desuso en España y también en los lugares de América que contaban con Virreinato, como Perú o México y ‘usted’ pasa a ser la expresión correspondiente a la voz de respeto. Así, los países más alejados de los virreinatos, como los del cono sur y centro américa conservaron el ‘voseo’. 

Actualmente el ‘vos’ se utiliza generalizadamente en Argentina, Uruguay, Paraguay y Costa Rica, y en algunas regiones de Bolivia, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México y Cuba, aunque en estos últimos la connotación que se le da a su uso puede variar según regiones y estrato socio- cultural.

¿Uruguasho, sho?

Si hablas español sabrás que un argentino y un uruguayo hablan muy parecido entre sí y a la vez diferente de cualquier otro hablante del castellano. Ellos pronuncian la “y” y la “ll” de manera única en relación con cualquier hablante del castellano hispanoamericano. Dicen posho en lugar de pollo, van a la plasha y no a la playa y al agua que cae del cielo le shaman shuvia. ¿Dé dónde surge esta forma de hablar?

Este sonido presente en otras lenguas como el portugués y el inglés se explica porque Argentina y Uruguay son naciones formadas por oleadas migratorias de Europa. Además, el contacto lingüístico con el portugués del vecino Brasil, produjo una especie de contagio de ciertos sonidos de este idioma.

Durante los siglos XIX y XX la zona del río de la Plata vivió un importante influjo migratorio desde España, Italia y Francia, lo que se tradujo en la paulatina incorporación de sonidos desde el gallego, el italiano y el francés. Es más, la sociolingüista argentina María Beatriz Fontanella de Weinberg, estudiosa de la particularidad fonética bonaerense, menciona en sus trabajos que a fines del siglo XIX hubo en la cultura argentina una gran influencia del francés y con ella una explícita voluntad de incorporar elementos fonológicos en su vocabulario. Existen teorías similares que explican la incorporación de sonidos desde el italiano.

Sea cual sea la explicación, lo cierto es que los préstamos lingüísticos se transforman y se apropian finalmente, para adaptarse a los valores y cultura del pueblo que los incorpora. Así sha sea con el termo en la mano o en un bolso, la cultura del Río de la Plata es inseparable del mate y la sherba, ¡che!

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Historia del idioma español

¿Castellano o español? Una lengua con dos nombres

En el mundo anglosajón se habla en términos genéricos de español, pero cuando se quiere especificar el español que se habla en España se refieren a esta lengua como castellano. Sin embargo, todos quienes hablamos español no hacemos esa diferencia en el uso, pues sabemos que es incorrecta, ya que ambos términos son sinónimos para referirnos a nuestra lengua. Las dos denominaciones son correctas y significan lo mismo. Prueba de esto es que en el año 1611 se publicó el primer diccionario monolingüe denominado Tesoro de la lengua castellana o española.

Pese a esto de forma recurrente surge la pregunta acerca de cuál de estos dos nombres es el adecuado o cuál corresponde a cuál país, aunque de parte de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) y las academias de la lengua del resto de países hispanohablantes la respuesta el clara: los dos nombres son sinónimos.

Nacimiento del castellano

Cuando las lenguas derivadas del latín se tuvieron que clasificar de alguna forma se comenzó a hablar de ellas como lenguas romances, y a partir de esta clasificación, surgieron los gentilicios castellano, catalán y aragonés, entre otros. 

De esta forma, hacia el 1250, nace el término romance castellano en referencia a la lengua hablada en el reino de Castilla y León. A medida que crecía el poder político de este reino, también lo hacía su lengua, la que fue expandiéndose y enriqueciéndose con aportaciones del resto de los idiomas que se hablaban en la península ibérica.

Así, a finales de la Edad Media, bajo el nombre de castellano o lengua castellana se agrupaban formas diferentes de hablar, tanto de Castilla como de León, Navarra o Aragón, tanto del norte como del sur. Ya a partir del siglo XV el castellano comienza a utilizarse como lengua franca en toda España.

Primeros registros del término español

Desde el siglo XVI en adelante la nueva denominación, lengua española o español, comenzó a competir con la tradicional de lengua castellana. El nombre no nació en España, sino fuera. Primero fue un gentilicio puramente geográfico, pero posteriormente los países vecinos comenzaron a utilizarlo también para referirse a la lengua. Así, poco a poco, impulsado primero desde el exterior, el término lengua española fue ganando adeptos.

Desde entonces hasta principios del siglo XX hubo una clara y constante predilección por el término lengua española hasta que, en el siglo pasado, castellano y español se hicieron términos intercambiables en la lengua culta.

En la actualidad, eso sí, desde un punto de vista lingüístico, el castellano es la variedad del español que se habla en el antiguo Reino de Castilla, es decir, en el centro de España.

Usos en España y Latinoamérica

Tras los procesos de independencia de las nuevas repúblicas americanas, los nuevos países se inclinaron por utilizar el término castellano, principalmente para alejarse del gentilicio del país del que se estaban independizando.

En la actualidad las preferencias están repartidas: desde el Ecuador hacia el norte, en Colombia, Venezuela, Centroamérica, México, el Caribe y los Estados Unidos, el empleo de español o lengua española es abrumador. Mientras que en la mayor parte de América del Sur se utiliza más la palabra castellano. Eso sí la voz internacional de lengua española ha ido ganando terreno, sobre todo, en los jóvenes.

En el caso de España, la denominación castellano es la habitual en los territorios bilingües como forma de distinguirlo de otras lenguas cooficiales como el gallego, vasco y catalán, mientras que en el resto del país se le suele llamar español.

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Historia del idioma español

El calendario en español: días, meses y estaciones del año. ¿de dónde provienen sus nombres?

¿Qué es el tiempo? Desde la filosofía el pensamiento alrededor del tiempo radica en su naturaleza: ¿existe o no el tiempo y si existe, realmente podemos medirlo?

Hoy, observaremos el tiempo desde la física, donde se plantea que el tiempo es una magnitud con la que se mide la separación, simultaneidad o duración de acontecimientos. Esto nos permite organizarlos en su forma temporal más simple. Es decir, pasado, presente y futuro. Donde los eventos se ubican en cada uno de estos conjuntos dependiendo de su relación con otro.

El sistema de representación del transcurso del tiempo más conocido es el calendario y el modelo de calendario que se utiliza de manera oficial en casi todo el mundo es el calendario gregoriano, denominado así en honor a su promotor, el papa Gregorio XIII.

El término calendario proviene del latín calendarium, de calendae (calendas) nombre que en la antigua Roma se daba al primer día de cada mes, que correspondía a la fase de la luna nueva. Además, el calendarium era el libro donde quedaban registrados los préstamos que vencían en las calendas.

En distintos pueblos de la antigüedad los días se agruparon en siete, en relación con las fases lunares. Roma continuó con esta organización, donde cada jornada se vinculaba con una divinidad: Luna, Marte, Mercurio, Júpiter y Venus. El sábado es una consagración a Saturno y el domingo deriva de dies dominicus (día del Señor).

Meses y estaciones del año

En un principio el calendario lunar constaba de diez meses: Martius (marzo), en honor a Marte. Aprilis (abril), tal vez relacionada con el etrusco Apru y éste del griego Aphrô de Afrodita. Maius (mayo) vinculada con Maia, deidad relacionada con la floración. Iunius (junio) en recuerdo de la diosa Juno. Quintilis (quintil), Sextilis (septiembre) derivado de septem (siete), por ser el séptimo mes y siguiendo la misma fórmula se continuó con October, November y December (octubre, noviembre y diciembre). En los siglos VIII y VII se añadieron los meses de Ianuarius (enero) y Februarius (febrero) en honor a Jano, dios del doble rostro, símbolo del comienzo y del fin, y Februo al que le dedicaban los ritos de purificación. En el 153 A.C Ianuarius se convirtió en el primer mes del año y Quintilis se renombró como Iulius (julio) en una clara alusión a Julio César, mientras que Sextilis fue sustituído por Augustus (agosto), en homenaje a Octavio Augusto.

Los meses se agruparon en estaciones, que desde los romanos hasta ahora dividimos en cuatro: ver, aestas, autumnus y hiems (verano [actual primavera], estío, otoño e invierno), posteriormente se incorporó la voz prima vera (primera primavera) y las estaciones pasaron a ser cinco: primavera, verano, estío, otoño e invierno y a partir del siglo XVII la primavera -época de la primera floración- desplazó al verano y éste se fundió con el estío, quedando definitivamente configuradas las cuatro estaciones que conocemos hasta ahora.

Entonces ya sabemos que, si el tiempo existe, el calendario en castellano nos indica que hoy es primavera y verano en un lado del mundo y otoño e invierno en el otro. Por otra parte, es Marzo (Martius) en todo el mundo en honor a Marte.

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