Tres de la tarde en Bogotá y tengo un antojo de probar los clásicos tamales con chocolate caliente. “Ay no, qué pena con usted, pero ya no me quedan tamales”, me dice la vendedora. Ese qué pena con usted resuena en mi mente con mucha gracia, pues no entiendo que algo tan sin importancia le cause pena. ¿No es un tanto exagerado sentir tanta aflicción por tan poco? Quedo un poco confundida, pero entiendo la idea central del mensaje y no le doy mayor importancia.
Mi paseo por Bogotá continúa y mi interacción también. Lo que significa que iré escuchando la frase en repetidas ocasiones; “qué pena, la comida se está demorando un poco más de lo previsto”, “disculpe, qué pena con usted, ¿pero me explica cómo puedo llegar a Teusaquillo»? Y así muchas veces, hasta que queda grabada en mi cabeza, aún sin entender por qué utilizan pena en esa expresión.
La RAE, Real Academia de la Lengua Española, destaca dentro de los significados de pena la acepción de vergüenza para países de América Central, Colombia, México y Venezuela.
Ya conocía la expresión -pero a la distancia- y esa fue la primera de muchas veces que me la dijeron directamente. A veces en su versión más corta, con un simple “qué pena” y luego en su versión extendida, con todo el sentimiento que contiene ese “qué pena con usted”. Es cierto que es una expresión que despierta mucha ternura, pero también llama la atención por la excesiva cortesía.
A medida que uno se familiariza con la expresión se da cuenta de que es muy versátil, con múltiples usos; se utiliza para disculparse, pedir un favor, atraer la atención o negar algo. Es una manera amable y cortés de dirigirse a alguien. A algunos extranjeros les encanta, a otros, en cambio, la cortesía en el lenguaje hablado de los colombianos implica un grado de condescendencia que a ratos llega a producir mucha incomodidad.
¿De dónde proviene esta forma de hablar?
La respuesta parece estar en dos referencias; por un lado, está la gran influencia de la iglesia católica, que llama a respetar a los mayores, a las figuras de autoridad, y en términos generales a tener buenos modales. Y, por otra parte, está el influjo de la época colonial, caracterizado por un servilismo y respeto hacia las jerarquías -muy marcadas en esa época- Estas dos influencias conforman elementos importantes de la idiosincrasia colombiana, lo que ayuda a explicar que en su lenguaje cotidiano utilicen expresiones como qué pena con usted o el habitual a la orden y el para servirle. A la orden y para servirle parecen demasiado serviciales.
Si eres extranjero entiendo que te pueda chocar las primeras veces que escuchas para servirle porque si uno no está familiarizado con la expresión pone énfasis en su sentido literal, mientras que un colombiano probablemente por la cotidianeidad de su uso ya no se rige por la literalidad, si no por el sentido que le ha dado el uso, que vendría a ser un equivalente al de nada. De esta manera, la expresión ha perdido la fuerza literal de su significado y ha adquirido simplemente el sentido de cortesía.
En el habla colombiana, la cortesía y la amabilidad parecen ser valores fundamentales. Llama la atención la cadencia con la que hablan y lo respetuosos que son con su interlocutor por medio del lenguaje. Por ello, en otros países de habla castellana, los ciudadanos colombianos son altamente apreciados en puestos de atención al cliente.
Hay quienes dicen que toda la cortesía y amabilidad del habla colombiana es la manera que tienen los colombianos de contrarrestar y hacer frente a la violencia que viven día a día viven en Colombia. Una forma de limpiar la violencia con cortesía. Esto, claro, meras teorías, nada muy estudiado.
Sea como fuere, espero que hayas podido conocer un poco más de esta variante de la lengua castellana. Qué pena con usted, pero este artículo ya ha llegado a su fin. Quedo a sus órdenes para lo que necesite. Nos vemos en la próxima entrada del blog.
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